En este mundo desenfrenado en el que nos bombardean con todo tipo de información y publicidad quizás lo que más nos hace falta es el SILENCIO. Una ausencia de ruido que nos haga reflexionar, meditar por un momento. Es ese silencio que encuentran las mujeres un Viernes Santo por la noche en compañía de la Soledad de una madre que llora la perdida de su divino hijo y que a la vez espera su resurrección. Ella que normalmente pasa desapercibida de los ojos de la sociedad que no para, que no piensa. Hoy me detengo en ella y en su imagen, en la virgen de luto rota en dolor y en Soledad. Belleza que pasa de largo, Flor hermosa que no reclama atención por vestir de negro y ir en silencio, solo comprendida por las madre saucejeñas que la acompañan en su pena el Viernes que la multitud llama Santo pero en el que el Santo muere. Ella con sus manos cruzadas ora por todos nosotros sin olvidarse de ninguno de sus hijos, aunque nosotros la olvidemos y pasemos de largo. Su amor solo tiene un nombre SOLEDAD.
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